El transcurso de la mortalidad
en España y Europa en el año 2022, hasta ahora misterioso
El exceso de mortalidad en España en el
verano de 2022
2..4. Discusión concluyente
Es indiscutible que el verano pasado ocurrieron cosas inusuales y hasta
ahora inexplicables en algunos países europeos, sobre todo - como en la
primera oleada de la pandemia de COVID - en España.
Lo que resulta problemático -
como
en la cuestión del inusual exceso de mortalidad infantil en Europa -
es la (precipitada) tendencia a adaptar el instrumento de vigilancia a las
circunstancias cambiantes, incluso antes de que estas circunstancias, sus
causas y consecuencias hayan sido sometidas a un examen más detenido, al
menos mediante un análisis de las causas de muerte.
La tarea del seguimiento de la mortalidad consiste precisamente en llamar
la atención sobre estos cambios para, en la medida de lo posible, influir
en ellos. Ajustar la metodología a cambios dados pero inexplicados parece,
pues, profundamente contradictorio.
En relación con el factor cambio climático, que posiblemente podría
influir en el exceso de mortalidad, esto significaría, por ejemplo:
Afirmamos que el cambio climático produce un múltiplo de exceso de
mortalidad en verano. Adaptamos nuestro modelo de cálculo y estimación a
esta nueva situación aumentando el número de muertes esperadas (según la
media a largo plazo modificada) y reduciendo así estadísticamente el
exceso de mortalidad. Al pico habitual de mortalidad en invierno se une un
segundo pico, casi igual de grande, en verano.
Al normalizar de este modo el aumento del exceso de mortalidad, estamos
abandonando potencial- y precipitadamente formas alternativas de abordar
el problema, que podrían ser, por ejemplo
- una lucha más enérgica contra el calentamiento global;
- consecuencias arquitectónicas, especialmente para las grandes ciudades;
- aire acondicionado para los marginados más vulnerables;
- la correspondiente ampliación del sistema sanitario para disponer de
reservas para las olas de calor;
- etc.
Si los cambios fácticos se estabilizan a medio plazo y resultan ser en
gran medida ininfluenciables, la metodología debe adaptarse, por supuesto,
a las nuevas realidades: tras exponer y analizar explícitamente los
cambios - posiblemente trágicos.
En este punto me abstendré de repetir
las
hipótesis ya citadas, pero me gustaría señalar otro posible factor,
la recién añadida vacunación de casi toda la población. Hasta ahora no se
ha tenido en cuenta - con la excepción de un debate en el parlamento
canario sobre el exceso de mortalidad infantil.
1
Hipotéticamente, no sólo las secuelas de una enfermedad anterior de
COVID-19 podrían haber provocado un debilitamiento de los grupos de edad
principalmente afectados por la mortalidad estival, sino también las
secuelas de una vacunación anterior
2 o interacciones aún
desconocidas de esta vacunación con otros factores como la edad, el sexo,
la disposición, las enfermedades anteriores, la alimentación, el calor y
la capacidad del individuo para compensarlo, etc.
Esta hipótesis merece un intento de falsificación como cualquier otra.
Para ello sería necesario determinar tanto la enfermedad previa del
COVID-19 como el estado de vacunación de los fallecidos.